Se trata de las alergias, unas reacciones de hipersensibilidad a determinados elementos ambientales como hongos, ácaros, los pelos de algunos animales, fármacos, alimento, picaduras o incluso a los elementos que podemos encontrar durante determinadas estaciones.
La alergia en sí consiste en una exagerada respuestas del sistema inmunológico al entrar en contacto con los alérgenos, nuestro cuerpo no reacciona como debe y los efectos nocivos de esta reacción son en sí más severos que aquello a lo que nos hemos expuesto.
Las causas de su aparición no están claras aun, aunque se ha observado que hay ciertos alérgenos más comunes y que también hay una predisposición hereditaria a las alergias ya que hay numerosos niños cuyos padres padecen alergia que también la sufren, aunque en ocasiones no es necesariamente al mismo elemento, pueden desarrollar alergias diferentes pero ya existe la alergia en sí.
Otro aspecto que se ha observado es que si durante el embarazo se sufre de una infección vírica o algo que baje las defensas naturales de nuestro organismo el bebé a lo largo de su vida tiene más posibilidades de desarrollar alguna o varias alergias.
Las reacciones alérgicas normalmente no suelen ser muy complicadas o graves, pero si pueden acabar en consecuencias más severas como el asma si no se controla bien. De echo, se estima que el 80% de los casos de asma deben su origen a una alergia.
Los episodios alérgicos pueden ser leves o algo más graves y la mayoría suele presentar síntomas como lagrimeo, picores en los ojos, estornudos aunque cuando ya se complican un poco aparecen dificultades respiratorias, mal funcionamiento del corazón, descenso de la presión arterial, etc. Estas reacciones son conocidas como anafilaxia, algo que surge tras una fuerte exposición al alérgeno.
Ante casos de alergia lo más recomendable es evitar los alérgenos, sobre todo en las estaciones más propensas.